Las revisiones visuales anuales, esenciales para evitar que los niños sufran problemas de aprendizaje en colegio

1 de September 2022

Con el retorno escolar y la vuelta al trabajo llega una cita que cada vez debe ser más relevante en nuestras agendas: la revisión de la salud visual tanto en niños como en adultos. Tras la pandemia, los últimos años han sido un reto en muchos aspectos, como la vacunación y, sin duda, también para nuestros ojos.

Prueba de ellos son los datos que arroja el Libro Blanco de la Salud Visual 2022: el 31% de los españoles considera que el confinamiento ha afectado de forma negativa a su salud visual. Además, tres de cada cuatro entrevistados manifestaron tener problemas de salud visual, entre los que destacaban la miopía, hipermetropía o astigmatismo. Para prevenir este tipo de afecciones, visitar a tu óptico-optometrista anualmente será clave.

El sistema visual madura entre los 6 y 12 años

El primer examen visual que se debe realizar a los más pequeños de casa debe llevarse a cabo en torno a los seis primeros meses de vida, siempre y cuando no haya habido problemas durante el embarazo o el parto. La segunda revisión tendrá que llevarse a cabo a los 3 años, antes de su escolarización.

El sistema visual seguirá desarrollándose hasta los 6 años. Durante la siguiente fase, que transcurre entre los 6 y 12 años, este sistema madurará, habiendo alcanzado la máxima agudeza visual. “A partir de esa edad recomendamos que se les realice una revisión anual”, señala la presidenta del COORM, Ester Mainar. “Nos preocupamos por el crecimiento, nutrición y vacunación de los más pequeños, parámetros a los debemos añadir el control de su salud visual”, añade.

La revisión anual incluirá una prueba del campo visual para la visión periférica y lateral, así como un examen de su agudeza visual —el conocido panel de letras y símbolos—. De esta forma, evitaremos que los pequeños frenen su rendimiento y éxito escolar, ya que, en caso de que padezcan problemas de visión, estos podrán afectar a su capacidad de captar información y en su aprendizaje.

La desviación frecuente del ojo, el lagrimeo, una excesiva sensibilidad a la luz, sentir dolor de cabeza cuando fija la visa, acercarse demasiado para leer o cuando juega con dispositivos electrónicos, o la dificultad para distinguir las figuras a distancia son algunos de los factores que pueden indicar que los pequeños sufren algún tipo de afección.

La detección temprana, clave también en adultos

Además de evitar que los niños puedan sufrir dificultades para realizar sus tareas, las revisiones anuales también serán clave en la población adulta para prevenir futuros problemas, como el desprendimiento de retina o caratas. La detección temprana permitirá al paciente obtener un diagnóstico precoz.

Por ello, realizar evaluaciones de la superficie ocular y la percepción visual en septiembre, coincidiendo con la vuelta a las oficinas, es la mejor forma de detectar cualquier disfunción y cuidar de tu salud visual.