NO JUEGUES CON LA PROTECCIÓN SOLAR DE TUS OJOS
La radiación que llega procedente del sol es el resultado de una serie de procesos complejos. Desde su emisión hasta la llegar a los ojos sufre procesos de cambios por absorción, difusión y reflexión que la modifican. Cada uno de estos cambios depende de magnitudes variables; por ejemplo, un campo de hierba refleja un 3% de la radiación que le llega, la playa un 30%, y la nieve un 80%.
De todas las radiaciones que el sol emite, las más nocivas para la salud del ser humano son las más energéticas: las ultravioletas (UV), que no provocan ninguna reacción inmediata que avise de daño que están produciendo en los ojos y en la piel.
Todo lo expuesto hasta ahora implica la necesidad de una protección ocular. Estos son los mayores factores de riesgo ante la radiación solar:
1. Nadie es inmune a lesiones oculares. Cualquier persona puede sufrir los efectos de la luz solar, en especial los provocados por la radiación UV.
2. Cuidado con los niños. No tienen desarrollada toda su estructura ocular.
3. Personas que trabajen al aire libre.
4. Personas operadas de cataratas o de cirugía refractiva laser. Por mayor presencia de deslumbramientos y reflejos molestos.
5. Pacientes con alergias, con patologías oculares u aquellos tratados con medicamentos que provocan fotosensibilidad.
6. El riesgo es más elevado cuanto más cerca nos encontramos de las horas del mediodía.
7. Durante el verano, de 12 de la mañana a las 5 de la tarde, son los periodos de mayor riesgo.
8. Cuando existe nubosidad, también hay riesgo. Parte de la radiación ultravioleta traspasa la berrera de las nubes.
9. Cuanto más cerca se resida del ecuador y/o a mayor altura respecto al nivel del mar, más se incrementa la radiación solar que se recibe.